lunes, 23 de septiembre de 2013

Técnica del resumen

A pesar de lo que pueda parecer, realizar un buen resumen es una tarea que entraña una cierta dificultad y que requiere aprendizaje. En esta entrada os dejo un archivo que recoge los requisitos de un buen resumen, así como un primer texto para que empecéis a ejercitaros.

La técnica del resumen

Os propongo un interesante texto de Vicente Verdú  titulado: Hikikomori, publicado en El País en 2002.
Fuente


Hikikomori
Desde finales de los noventa, en Japón aumenta el número de los hikikomori, los «enclaustrados». Esta población, formada por adolescentes y por jóvenes entre los 20 y los 30 años, se caracteriza por encerrarse en sus cuartos y no salir en meses. Entre los cientos de miles en esta situación se encuentran los otaku, que ya ganaron fama llevando hasta la exacerbación el aislamiento con los walkman. Ahora, además, se suman especies diferentes y nuevas. Se trata, en conjunto, de criaturas pasivas como bultos, que creen haber visto todo lo que había por ver y desdeñan cuanto ocurra más allá de sus cuatro paredes. ¿Salir para qué? Son, en su mayoría, hijos de empleados medios que llevan una vida media, telespectadores de programas mediocres que compran en supermercados con descuento, veranean en playas atestadas y duermen los domingos hasta la hora de comer. (...) Han decidido, en fin, cambiar el exterior, rutinario y hacinado, por una vida en el interior. Tampoco por una vida interior porque, según afirman los psicólogos, los hikikomori eluden implicarse en una experiencia que le requeriría desgastes y conflictos. Se enclaustran, pues, no para orar, sino para no gastar. Para ahorrarse la vida que les caería encima si siguieran los pasos establecidos y de cuya fatalidad procuran defenderse, mediante el antagonismo de la indiferencia. Efectivamente, la desaparición de las utopías ha desencantado notablemente el mundo (o la excitación por vivir), pero hasta hace poco, el afán de hacerse famoso o comprar muchos bienes de lujo habían llenado parte del vacío. ¿No ocurre ya así en Japón? Los hikikomori, contemplados a simple vista, parecen vegetales y, por lo tanto, más simples que cualquier animal, pero observados con otros ojos, su lela compostura resulta orgánicamente justa: la clase de vida que se les ofrece, en cuanto parte de la gran masa, no merece el precio que el sistema les reclama. De modo que una de dos: o la calidad mejora o los hikikomori, como seres humanos, no darán más que cero de sí.

                                                                                                        Vicente Verdú, El País.

Podéis descargarlo también en este enlace: Hikikomori de V. Verdú

Si os interesa el tema:

"Hikikomori": perdidos en su habitación

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